martes, 21 de diciembre de 2010

Historia de 2 años 13.

Capitulo XIII


Capitulo XIII

Cabrón

El nuevo día llegó como si nada, los ojos no se cerraron, y en mi techo encontré manchas que nunca había visto, la buena música me acompañó en la noche, y una reflexión inocua tuve, nada me hizo pensar en nada, y fue una noche mirando a la nada…

El alba apareció, el sol llegaba a mi cara, tengo que hacer el esfuerzo sobrehumano para levantarme, no lo quiero, quiero quedarme aquí, en la soledad de mi habitación, meditando lo que ha pasado, aunque realmente no ha pasado nada, me carcome los huesos el simple hecho de que tengo que estar atento a algo que realmente no me interesa, el rencor y el odio han vuelto, no quiero ver a nadie, siento odio por aquellas mujeres, y a Armando que se pudra, no me interesa, no quiero a mis amigos, ellos están lejos, y son incapaces de saber lo que me pasa, están absortos del mundo en su pequeña burbuja, y yo que estoy en una aun más pequeña, no tolero sus infantiles vivencias, tan pubertas como las mías, sé que no soy mejor que ellos, y eso me deprime, me deprime tanto que aquí estoy, buscando una escusa para no verlos, para quedarme dentro de mis sabanas, en mi micro mundo que puedo controlar. Mis ansias se van lejos, quiero irme de aquí, quiero virar, quiero encontrarme con las puertas y dar el gran salto, no me atrevo, qué hacer, nunca se sabe lo que pasara, aunque lo supiera, ¿aceptaría el destino tal cual? tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo de salir de aquí, tengo miedo de llegar a ese lugar y que las personas que quiero me traicionen otra vez, estoy chato, quiero odiar, odiar es más fácil, es más institucional, más llevadero, más como yo, que acepta el mundo, pero lo odia profundamente, amo a la humanidad lo que detesto es a la gente…

Logro convencerme, me levanto, no me lavo la cara, voy tal cual, el uniforme lleno de pasto seco sigue en mi cuerpo, me da igual, tomo un estimulante, no quiero caer rendido sin siquiera pelear, tomo un café, me fumo un cigarrillo, mis padres me miran a lo lejos, no los tomo en cuenta, no es su vida la que esta tirada en el piso. Me despido casi por cortesía, cortesía vana que de verdad no me importa, es solo mantener las apariencias. Salgo lento, pausado, cauteloso, temeroso, me dirijo a aquel antro, apesto a alcohol, apesto a cigarrillos, apesto a una noche sin dormir, apesto a café, apesto a mujer. Tomo una micro, no veo a nadie conocido, observo a una chica, que me mira con arrogancia, tengo ganas de golpearle la cara solo porque creo que me esta juzgando, aunque por eso no la recrimino, hago lo mismo, pero me revienta que lo hago conmigo, miro por la ventana, me apesta la gente que veo, una total degradación del paisaje, cómo la gente a destruido tal paisaje otoñal con sus miserables caras, intentando ser felices con lo que tienen engañándose a si mismas de que no viven en un mierda infestada de moscas carroñeras, ellas mismas son parásitos de la naturaleza, me repugnan, sobre todo la imagen desgarradora de las mujeres que salen a regar las piedras para que no se levante el “porvo” y los pendejos con los mocos colgando con sus chalecos de lana tejidos y retejidos con la misma lana, apolillados, caras sucias, con barro entre las uñas, olor a colonia inglesa, coral de luca, y productos AVON varios, mal maquilladas, semi putas las estudiantes, y el flaiterismo extremos de los mierdas al final de la micro escuchando regaeton con sus celulares que cuestan más que lo que sus padres ganan en un mes juntos, que seguramente son robados...Giro la cabeza la misma chica me sigue mirando, esta vez con menos arrogancia, pero con una mirada compasiva. Si antes me sentía patético, ahora ese sentimiento se acrecienta. No lo soporto más, me acerco a ella y la saludo, con una sonrisa hipócrita en el rostro, ella sin duda no se lo esperaba.


  • Hola.

  • Eeemmm… hola.

  • ¿pasa algo?

  • No. ¿Quién eres?

  • Xavier, porque no me has quitado la vista de encima desde que subí, sabes es incomodo, tan incomodo como si un extraño te hablara en una micro.

  • Disculpa no era mi intención.

  • Claro que no era tu intención, pero lo haces, así que dejate de weveos y metete en tus asuntos.

  • ¿Qué te pasa?

  • No me pasa nada…

  • Estas loco weón, pasado a rollos, un paranoico, hazte ver…

  • Me da igual lo que pienses, pero no te creas mejor que yo.

  • Sabes dejame tranquila.

  • Acepta la realidad, eres una mierda…


Después de mi poca cortés conversación con ella, me bajé de la micro, no sé porque lo hice, me vi como un cretino, un cretino loco-paranoico, no fue lo mejor que pude hacer, pero me nació, quedé en ridículo, lo sé, pero da igual de seguro aun con lo que pasó, soy mejor que todo ese desperdicio de material que iba en la micro.

Llegando al colegio la veo, a ella, a la chica de la plaza, a Amaranta. Está sentada en la banca fuera de la parroquia que esta al lado del colegio, siento algo extraño, en toda la mañana no se me había escapado alguna sonrisa, pero al verla, no sé, solo me sentí bien, está allí, de uniforme, falda escocesa roja, y blusa, a pesar del frío, un bolso para los libros y dibujando algo, no sé bien que es, pero dibuja, no se percata de mi presencia, los nervios me hacen dudar si ir y saludarla, saco rápidamente un cigarrillo de mi chaqueta, lo enciendo atolondradamente, mis manos tiritan, esta chica realmente me gusta, y detesto eso. El cigarro no enciende, maldigo al puto encendedor, blasfemo ante los ojos de Dios, y me cago en su hostia de su puta madre por esa mala jugada del destino, no puedo ser cool, si él no pone de su parte. Me siento en la misma banca que ella, mirando para el otro lado, llego por detrás de ella.


  • Hola, disculpa ¿tienes fuego?

  • Si toma.

  • Gracias.

  • Xavier ¿verdad?

  • Sí, claro tú…

  • Amaranta.

  • Verdad, se me había olvidado tu nombre, discúlpame por eso. Eso fue un gran mentira, pero tenia que hacerlo.

  • Tengo la leve impresión de que me estas mintiendo.

  • Piensa lo que quieras nena, es lo que es.

  • ¿De dónde sacas esas frases hechas?

  • ¿Perdón?

  • Perdonado, ¿pero de donde las sacas?

  • Del libro “como sacarse situaciones difíciles de encima, sin morir en el intento”

  • También eres gracioso.

  • Eso intento cuando quiero conquistar una chica.

  • Y esa de dónde la sacaste.

  • De la serie “Californication”.

  • Cómo te puede gustar esa mierda.

  • Se nota que no tienes buen gusto…

  • Puede ser, por algo me gustas un poco.

  • Golpe bajo te diré, pero lo veía venir, tengo ese encanto.

  • No te estarás subiendo un poco el ego.

  • No, tú lo estas haciendo por mi.

  • Entonces será aun más divertido bajártelo.

  • ¿Que bajaras?

  • Eres un cerdo ¿lo sabías?

  • No, aunque creo que lo he escuchado antes, no de tu boca, pero si, pero nadie se a quejado aun. Mi libro de reclamos esta inmaculado.

  • Igual que tú parece.

  • Qué sabes.

  • Se nota que recién estas explorando lo carnal, onda se te nota en la frente qué o eres virgen o un atolondrado palurdo en las artes amatorias.

  • ¿Y eso por qué lo dices?

  • Porque es verdad

  • ¿Me quieres enseñar?

  • Qué más quisieras tú verdad.

  • Tú también eres pura boca parece.

  • Retándome no conseguirás nada…


Se acerca sensualmente a mi cuello, no me toca ni nada, un flash back a mi cabeza, junto con Lily en su casa, creo que estoy rendido. Perdido, me cagó.


  • porque soy yo la que dice cuando quiero o no…


Después de eso se levantó y me dejó solo, con un cigarro a medio terminar que se consumía lentamente, y mi mirada perdida, sin querer levantarme, elevó mi libido de tal forma que seria un poco bochornoso, más que en una piscina.


La campana me saca del trance, decido no entrar, prefiero volver a lo que estaba, odiando al mundo porque este me odia a mi.

Sacó mi celular, llamo al único que no hace nada a esta hora.


  • Aló.

  • Aló. ¿Xavier?

  • Si weón soy yo. ¿Entraste a clases?

  • Voy en camino, ¿por qué me llamaste weón?

  • Quiero tomar.

  • Pensé que no querías saber nada de mí.

  • Da igual.

  • Esperame.

  • Ok.

No ha sido la mejor idea, lo sé, pero da igual, tengo ganas de hablar con él, en fin sera lo que sera, y sea lo que sea. Se ve llegar a la distancia, y veo cuanto detesto al cabroncito.


  • Aquí estoy.

  • Así lo veo

  • ¿Dónde vamos?

  • ¿A la gruta?

  • Esta cerrada a esta hora weón.

  • En fin, vamos a una plaza.

  • Dale.


Caminamos a una plaza cercana, las botillerias estaban cerradas, pero tenia un pito, es bueno siempre tener uno de emergencia, el silencio reinaba, y ninguno del os dos sabíamos porque hacíamos tamaña estupidez, era un hecho, nos detestábamos, pero los dos queríamos compartir este momento. Caminando y caminando, logre entender lo que había hecho, y quería hacer, quería enfrentarlo, decirle que su tiro salio por la culata, que estaba mal, y que solo había logrado despertar en mi algo que estaba dormido, quería ser cabrón, y su actuar lo despertó, sacó todo lo cabrón de mi, todo lo hijo de puta que había en mi ser, todo lo jodidamente guardado en el fondo mi ser.


  • ¿Quieres hablar de algo, o simplemente no querías drogarte solo?

  • Creo que es más la segunda opción que la primera, sabía que tú eras el único que aceptaría esta basura. Aparte quiero pasar un momento incomodo.

  • Bien te lo ganaste.

  • Sabes que weón, lo que hiciste fue bien, ¿Cómo decirlo?

  • ¿maricón?

  • Sí, lo quería decir de una manera más sofisticada, pero creo que esa es palabra justa y necesaria para ti y tu actuar.

  • Puede ser.

  • Pero sabes, me di cuenta de una cosa, onda a ti te interesa la mina, porque a pesar de que me tengas bronca, no puedes estar tanto tiempo así, es demasiado novelesca tu manera de ser, quizás lo fue en un momento pero después no.

  • Bueno si quiero o no a la mina es cosa miá, pero ella esta conmigo ahora.

  • Lo sé, y por eso fue tan genial cuando me llamo y me pidió que nos viéramos, y no precisamente para jugar a las cartas.

  • ¿Qué, tiraron?

  • Sí, al principio…

  • ¿qué paso?

  • ¿Qué crees que paso?

  • ¿te la tiraste?

  • Sí, y le enseñaste bien, coge de maravillas.

  • ¿Qué te pasa weón?

  • Nada, o sea, soy un hombre sin compromiso, y a ti no te debo lealtad alguna, y aparte, lo estaba pidiendo a gritos.

  • ¿Para esto me llamaste?

  • Puede ser.

  • Eres peor que yo.

  • Mmm puede ser, no lo sé, quien piensa en esas cosas estos momentos, o sea, solo disfruto el momento de verte la cara y ver como la tortilla se ha dado vuelta.

  • No tengo nada que decirte.

  • No lo creo, creo que estas ardiendo en furia, que quieres golpearme en la cara por lo que te dije, quieres hacer algo, pero no puedes, porque si lo haces es admitir lo arrastrado que estas, lo dolido, lo malo de tu plan, eres un imbécil, y ahí quedaste solo como un perro, se me olvidaba, ella me ama, y sabes, yo también la quiero, así que la convenceré para que este conmigo, aunque yo no sienta lo mismo por ella.

  • La cagaste weón.

  • ¿en serio?

  • Sí, caíste bajo…

  • ¿quiere llorar, quiere llorar?

  • Déjame tranquilo que no respondo…

  • no soy yo cuando me enojo”

  • ¡Para!

  • Bueno vete, aquí solo encontraras webeo y más webeo.

  • Chao.


Y se fue, y me sentí bien, un extraño regocijo en mi interior, pero las ganas de beber no se me habían quitado, pero el estar en sintonia, me hacia buscar aventuras, viles aventuras que me lleven aun más debajo de lo que estoy, pero deseo eso, escupo a la muerte, y escupo a Dios, y me da exactamente lo mismo. Así que me largo donde el Peter.


Llegué rápido, o no tanto, quién sabe, la mañana era extraña, multicolor sacada de una canción de Génesis, o de Pink Floyd, o un poco más comercial de mantequilla, o quizás más macabra como una película de Tim Burton, no lo sé, solo disfruto lo que pienso, y lo que veo…


Entro al antro, y ahí esta él, me mira y me sirve una jarra de cerveza, la rechazo, no estoy para niñerías…


  • Sirve alguna wea de hombres mejor.

  • ¿Andas alzado?.

  • No es eso, quiero tomar, quiero curarme, quiero sacarme esta rabia que tengo dentro, quiero dejar de estar “jodidamenteencabronado” quiero vaciarme, quiero una historia para contar, una historia que no sea una pendejería amorosa.

Suena “bolsa de mareos” de los Tres. El ambiente toma una onda mística, el alcohol se fusiona con mi sangre, el THC se apodera de mi, y quiero más, le pido al Peter un poco mas de velo de ángel, y es aun más surrealista el tema, distorsión en mi alma, en mi corazón y en mi cuerpo, la racionalidad se fue a la mierda, estoy siendo uno con la physis, sale mi inconsciente, me veo rodeado de mujeres, de alcohol y cigarrillos, un poco de sexo no viene nada de mal, un poco de exceso es lo que pido, unas mujeres, unas perversas toman de mi y me dirigen a una habitación vaciá, ya no sé donde estoy y no me importa, eso es lo mejor, no me importa, una me desviste, la otra me besa, me dejo ir por el momento, besa cada sector de mi cuerpo y la desprecio por no sentir nada por ella, solo un deseo carnal y nada más, masturbación, orgía, felapios, cuerpos desnudos al son de la música, de Daft Punk (“Aerodynamic”) imágenes vagas, cortadas, cercenadas, letargos de opio, visualizaciones bizarras, sexo caliente mundano y pueril. Creo que estoy feliz.


Despierto en la mitad de la nada, solo en una habitación lleno de gentes que no conozco, antro maldito que me roba la vida, encuentro una botella de ron, no encuentro la hora, ni reloj, ni mi ropa, observo el panorama patético, fumo un cigarrillo que una zorra me obsequia, me lo enciende, me siento tan puto como ella, se lo digo, ella ríe, me cae bien, charlamos largo rato, creo que tenemos una conexión extraña, como la que tiene un cura al confesar a un feligrés. Busco mi ropa ya es hora de irme, no hay luz en el exterior, solo neones que alumbran la acera, busco mi dinero es hora de pagar. Me despido de las chicas, ellas me hacen cumplidos, es divertido…


Llego a mi casa, un poco ebrio un poco drogado, un poco contento. Mis padres no están y no me sorprende. Me voy a dormir…



miércoles, 8 de diciembre de 2010

historia de dos años. 12

Capitulo XII

Amaranta.


Me alejo sin mirar atrás, sin dar respuesta a sus preguntas, me alejo para no volver, para no volver a sentirme miserable otra vez…

Camino por un buen rato, tanto que perdí las nociones del tiempo, creí vagar por el mundo, riendo y festejando en tiempos pasados mejores, pero luego entendí que ese viaje no era más que estar recordando y añorando esos otros tiempos, y el aroma a nostalgia impregnada en todo el lugar. A Pascuala ya casi la había olvidado, porque mucho a pasado desde que la deje atrás. A Fernanda la extraño como a un anhelo de vida, y eso mismo me hace sentir miserable. Y Lily, ¿Qué puedo decir de Lily? Solo que es una de las castigadoras…


Llego a un lugar, donde nunca antes había estado, no tan surrealista como cuando llegué a las puertas del infierno, pero si siento esa soledad que hace remecer los huesos. Estoy sentado en esa banca, mirando los recuerdos con banda sonora, mis sentidos inflamados de impulsos, aroma a nostalgia, garúa en mi cuerpo. Un ambiente sacado de un cuadro romántico, casi vomitivo, demasiado desgarrador, demasiado perfecto, pero terriblemente penoso, terriblemente patético.

  • Hola.

  • Eeee… hola.

  • Me llamo Amaranta.

  • Soy Xavier, disculpa, ¿te conozco?

  • No lo creo.

  • Entonces dime…

  • Disculpa, pasaba por aquí y te ví tan solo, que no sé, me diste como pena, Y decidí hacerte compañía. ¿te molesta?

  • No, para nada, solo que no soy muy bueno para conocer gente en la calle, y sobre todo cuando estoy tan absorto en mis pensamientos, como que eso las aleja.

  • Jajaja, si puede ser, pero a mi no me alejaste, más bien me atrajiste…

  • Vale, gracias, o sea, supongo…

Hablamos por largo rato, una persona realmente fascinante, realmente encantadora, era de esas minas con las que uno puede hablar de todo, de lo humano, lo divino, de libros, de buen cine, casi como si pensáramos lo mismo, pero diferente, porque no podría decir que era lo mismo, si no un complemento, otra mirada sobre los mismos hechos, y eso realmente me encantó, me sacó de toda realidad que estaba viviendo, y veía que me llevaba por nuevos senderos.

Ella no era una aparecida, en la charla, supe que vamos en el mismo colegio, y que era nueva, había llegado este año, venia de un pueblito cerca de Chillán, y vivía sola con su madre, la cual venia buscando mejores oportunidades o algo así. Lo pasamos muy bien, me había alegrado ese día de mierda que estaba viviendo, aunque para muchos no lo pase mal, pero yo no me sentía bien, mas con ella era todo diferente, me hizo cambiar el switch, a mirar los hechos desde otro punto de vista, y quizás a obviarlos por completo.

Eran las 11 de la noche, y sentía que me iban a matar en mi casa. Mi celular estaba apagado, y lo había olvidado por completo. Cuando lo encendí, ví que tenia mensajes amenazantes, lo suficientemente brijidos como para presentarlos en carabineros y decir que estaba amenazado de muerte. Cuando los ví, sentí un escalofrío en la espalda, esa noche iba a morir, me quemarían vivo, bailarían a son de tambores tribales a mi alrededor, “todos sabían que Xavier Cochrane iba a morir”.

  • Me tengo que ir. Mi mamá me colgara por la hora.

  • Bueno.

  • Pero te iré a dejar a tu casa, así no te pasara nada.

  • Dale, pero no es necesario vivo aquí al lado.

  • Aun así, quiero ir a dejarte.

  • Gracias, me hiciste pasar un buen rato…

  • Gracias a ti que me sacaste de lo que estaba pensando.

  • ¿Y qué estabas pensando?

  • Mmm… secreto.

  • Jajaja, y ¿Por qué tanto secreto?

  • Porque si te lo digo, mis nuevas esperanzas se desvanecerán.

  • ¿Qué?

  • Eso.

  • ¿Qué esperanzas?

  • Dame tu mail y lo conversamos mejor, porque me tengo que ir.

  • Jajaja. Dale ¿tienes donde anotar?

  • Si, y me das tu número de teléfono también.

  • Ok. Pero ¿me llamaras?

  • Puede ser, onda, yo creo que sí.

  • Ok. Anota…

Su casa quedaba cerca de la plaza, así que la fui a dejar, ella era una mina total, más bien alta, como de mi estatura, delgada, muy delgada, esbelta, de tez clara y cabello negro, ni muy largo ni muy corto, totalmente estilizada, divertida, asertiva, salía de lo común, y eso llamaba enormemente mi atención, tanto así que desde un principio me sentí atraído hacia Ella. Después de ir a dejarla a casa, fui a donde Peter, a buscar mis cosas, y a pagar lo que debía, y entre que hacia ese viaje, llame a mi casa, para avisar que estaba bien, y vivo, y que llegaría más tarde aun. Cuando llegué donde Peter, el hambre carcomía mis entrañas, y estaba algo mareado, no comía desde el desayuno que creo que no existió, así que mi estomago rujía como un león.

  • ¿Qué onda Peter?

  • Bien, ¿y tú campeón?

  • Muerto de hambre, por favor dame unas fritas papas, que estoy que colapso.

  • Ok, ¿Cómo te fue con la Pascuala?

  • Mmm… no sé muy bien como explicarlo realmente, como que después de que nos fuimos de aquí, paso algo por mi mente, y la deje sola en el Juan XXIII…

  • ¿Ya, te fuiste así como así?

  • No, o sea, me despedí, y le dije que no podía seguir con eso…

  • ¿con eso qué?

  • Con lo que estábamos haciendo.

  • ¿haciendo qué?

  • Tirando, y eso, onda me dio una weá y me fui.

  • Te fuiste

  • Sí, me fui.

  • ¿y para donde fuiste?

  • A caminar.

  • ¿A caminar?

  • Sí, a caminar

  • ¿Y a donde?

  • No sé, o sea después supe, pero entre que caminaba y llego Amaranta, no sabría decirte donde estaba.

  • ¿Amaranta?

  • Sí, Amaranta.

  • ¿Quién mierda es Ella?

  • Una mina que conocí hoy.

  • ¿Dónde?

  • A donde llegue caminando.

  • Dale. ¿Y de dónde es?

  • Mira, es de un lugar cerca de Chillán, pero se cambio a Santiasco, y va en el mismo colegio que yo.

  • Weena, ¿en que curso?

  • Creo que en segundo, no le pregunte. De hecho tampoco le pregunte la edad.

  • Bien perro, estabas súper atento, muy despierto.

  • Si no es eso, lo que pasa es que andaba en otra, y ella como que me hipnotizo o algo así.

  • Bien perro, ¿y qué onda?

  • ¿Qué onda con qué?

  • ¿Qué paso?

  • Nada, o sea hablamos demasiado, tenemos mucho en común.

  • Buenísimo perro, pero ¿te gustó?

  • Sí, algo, yo creo que sí…

Pasamos un rato conversando, todo el tiempo que duraron mis fritas papas. El tiempo paso volando, era realmente tarde, y mi vieja me iba a aniquilar, pero ya estaba el chancho tirado, y no podía dar vuelta atrás, así que tengo que afrontar lo que se viene. Cuando llegué eran alrededor de las dos de la mañana, mis padres sorprendentemente dormían, y yo me fui a desmoronar a mi habitación, había sido un día ajetreado, extraño, llena de emociones encontradas, de situaciones encontradas, de toda una gama de cosas que de verdad me tenían agotado, ni siquiera fui capaz de poner algo de música, o de cambiarme de ropa, solo me tire en mi cama, y espere el nuevo día.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Anochecer

Las horas pasan, después de un día un poco ajetreado, pasan y pasan, y no me dio cuenta de nada más

me siento extraviado, consumido en pensamientos, me siento abrumado, de inmenso asombro infantil, añorando, añorada tristeza, que se vuelve pasajera, pasada, olvidada, recordada, y transformada en algo que ya no sabe a tristeza, que más bien sabe a nostalgia, a dulce amargura.

Los minutos siguen pasando, música del recuerdo no tan lejano, y casi ni recordado, algo que sonaría en un lugar tipo “la cita” de Larrain pasando Javiera carrera, algo así como con velas, música suave, algo romántica, romántico nostálgico, algo romántica nostálgica melancólica, como que se va, como se que se perdió, como que ya no...

prendo un cigarrillo, con la misma música, quiero olvidar, quiero olvidar, quiero olvidar, pensando que si lo repito un par de veces se va hacer realidad, como cuando tiro una moneda en una pileta, como cuando enciendo mi ultimo cigarrillo de la cajetilla, esperando que ese deseo se cumpla, infantil, ingenuo y interminable etcétera que soy incapas de abreviar.

Sueño, sueño tanto de que no quiero dormir, no aparece, maldito sueño, maldito como el que tengo al escuchar a Calamaro, con su “algo contigo”, como de soñar, como de tener un sueño, como un sueño como el del otro día, donde se extrapola la canción con el sueño que no me llega, fumo apresuradamente, que no me hace perder el hilo, de hilar de hilacha, sacada estrepitosamente de mi alma, de abandonar todo eso, de abandonar ese sentimiento, (y un intento que por lo bajo es idiota de justificar lo que estoy sintiendo, lo dejó atrás...)

quien fuera... musica que necesito escuchar, música, que expresa todo lo que quiero ahora...

quien fuera un poderoso sortilegio, quien fuera encantador. Como no sentir eso, si no sé qué hacer, cuando me veo sin armas, me veo desarmado, lleno de cosas que entregar, lleno de hacer crecer lo que siento, de no sentirme tan solo, es bonito, es hermoso, es incomensurable el hecho de que pueda hacer que ese viejo sentimiento, manoseado, agonizante, muerto más bien, que no tiene origen, que no tiene fin, no tiene razón, no tiene nada, es solo un viejo rencoroso intentando envenenar los ríos de dicha que intentan pasar por mis verdes prados de vida, fecundos, pero que no crece nada en él, nadie quiere plantar, nadie se aventura estar ahí...

solo, solitario, perdido, abatido, un poco feliz, un poco triste, apenado, y beatles que aparecen de la nada, y un rápido next me lleva a un voy y vuelvo...


Ya sin nada más adentro, soy demasiado hermético como para intentar sincerarme con esta hoja virtual, soy lo demasiado cobarde como para no admitir nada, soy demasiado miedoso como para intentar hacer algo, se irá, se irá este sentimiento, como todo se va de mi, pasara como todo, y yo quedare donde mismo, sin penas, sin glorias, con amarguras, quizás un poco de resentimiento, un poco más acabado, con menos esperanzas, quedara esa amargura, la que siempre queda, con la que aderezo mi pan en las mañanas, y esa nostalgia que me acompaña a medio día, y esa melancolía que me acompaña en las noches.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

historia de dos años. 11

Capitulo XI

Pascuala, Segunda parte.


El tiempo se va volando, ni siquiera sentimos los segundos escapando de nosotros, no sentimos a las personas pasar por nuestro alrededor, no sentimos nada más que a nosotros mismos.

Llegamos alrededor de las 11 de la mañana a donde Peter, la gruta estaba como siempre, Peter en la barra esperándonos con una sonrisa maliciosa, podría casi intuir que algo pasaría. La gruta estaba casi vacía, y había un ambiente de viejo bar de jazzistas, una música que me agradaba y creaba el ambiente, la Rue Morgue causaba cosas en el lugar, era capás de trasladarnos a otro tiempo, a otro lugar, y el humo de cigarrillos cerraba la ilusión creada para la comodidad de algunos pocos que nos alegrábamos con aquellos toques sutiles de los locales under de Santiasco.

  • Weena perro.

  • Weena Peter.

  • Te demoraste, ¿Qué onda?

  • Sorry loco, pasaron cosas, ni siquiera me di cuenta.

  • No hay problema, y ¿de donde vienes? Estay lleno de hojas, ¿te andabas revolcando zorrón?

No sé si se habrá percatado de que Pascuala estaba a mi lado, o lo habrá hecho a propósito, pero el comentario dejó una relativa cagada, porque entró en cólera, pero se mantuvo en silencio, solo con una mirada hacia mí, para que le dijera algo. Aunque lo conocía, él era de esas metidas de pata, de esos comentarios políticamente incorrectos, pero qué le iba a hacer yo, no lo iba a cambiar, pero algo tenía que decir.

  • ¿Fue con ella campeón?

  • ¡weón! ¿Te puedes quedar callado? Y no seguir vendiéndola, que ya harto la has vendido.

  • No te pongas así Xavi, si tú conoces como yo soy.

  • Esta bien, te conozco, pero ubícate, onda cómo me dices esa wea.

  • …Perdón, perdón, yo sé que la cague, no era mi intención, causar desilusión…

  • No me cantes la wea del “ratoncito”, que no me causa mucha gracia.

  • Ya, esta bien, Sorry, disculpa.

  • ¿Dónde nos podemos sentar?

  • En la mesa del fondo.

  • Ok.

Le dije a Pascuala que fuera primero, tenia que hablar unas cosas con Peter, y prefería hacerlo lo antes posible. Al verla caminar, sentí algo en mi interior, no se su estilo me agradaba, y ese uniforme de verdad me hacia desearla, y lo peor de todo, es que ella lo sabia, y lo hacia con mayor intención, pero no me molestaba en absoluto.

  • Oye Peter, ¿Cuánto te debo?

  • 50 lucas, si no me has pagado nada.

  • Verdad, bueno, a fin de mes te pago, o acompáñame al banco, así me desligo lo más rápido de este asunto.

  • Demás.

  • ¿Te sentaras con nosotros?

  • ¿quieres que te gane a esa gatita?

  • ¿Qué onda pederasta de mierda?

  • Jajaja, nada, solo te molesto.

  • Anda, y tomate unas chelas con nosotros.

  • Bueno, un rato más voy para allá.

  • Oye, la Pascualina es mía weón. Así que no te pases rollos.

  • Jajaja, dale, pero, ¿Ella no es la mina del Mauro?

  • No sé, en una de esas, pero yo no los he visto juntos, y no me han dicho nada, así que no sé.

  • Cuidado Xavi, el Mauri es tu amigo, habla con él, por si acaso.

  • Bueno. Oye, buena el invento que me vendiste.

  • ¿te gustó?

  • Era que no, estaba genial, onda, alucine pesado.

  • Demás, si era buena. Si ese día en el carrete en tu casa estabas muy loco.

  • Verdad, ese día pasaron cosas muy freak.

  • ¿Qué te paso?

  • No me vas a creer, bueno después te cuento, voy donde la señorita.

  • Vaya perro.

  • Si me voy a quedar contigo seguro.

  • Jajaja, ¿Qué te llevo?

  • Lo de siempre.

  • ¿Unas Bálticas?

  • Obvio, heladitas, usted sabe.

  • Ok, te las dejo.

Ella me miraba desde la mesa, y pensé hacer mi juego de siempre, pero desistí en ultimo momento, ya estaba muy trillado, y realmente ella no era de las minas que le gustan esos juegos, “¿o será a la única que si?...”

Me observa de pies a cabeza, y su rostro una mueca de desagrado. “ese es Peter del que tanto hablan los chicos, no es mala onda, pero me cargo su comentario…”

  • ¿Qué pasa Pascuala?

  • Nada, ¿Por?

  • Tienes una cara…

  • ¿de qué?

  • De odio…

  • Jajaja, no, no pasa nada, son cosas tuyas.

  • Solo digo lo que veo. Disculpa por lo de antes, él es así.

  • Dale, no te preocupes, si ya paso.

  • Pedí unas cervezas.

  • A que bueno, ya tenía sed.

  • ¿Quieres una bebida?

  • Que onda, no soy la Lily, o tu Fernanda.

  • Ya, ¿andamos con malas ondas?

  • Solo fue una talla, no te lo tomes en serio, enojón.

  • Esta bien.

Pasamos un rato conversando de la nada, nos reímos, nos besamos, pasamos un buen rato.

  • Aquí están las cervezas.

  • Bien perro, ella es Pascuala, no tuve tiempo para presentarlos antes.

  • Sí había oído hablar de ella.

  • Que bien, bueno, ella es Pascuala.

Lo mira detenidamente, y sus ojos están casi llenos como de ira, aunque ella me lo repita mil veces, yo sé que ese asunto no había pasado.

  • Hola Pascuala, soy Peter.

  • Si también había oído hablar de ti.

  • Espero que cosas buenas.

  • No te fíes tanto de eso.

  • ¿Por qué?

  • Nada, te estoy webiando.

  • Mmm… dale, oye, ¿tú eres la mina del mauro?

  • ¿disculpa?

  • Que si eres la mina del Mauro.

  • ¿Por qué la pregunta?

  • eres ¿o no?

  • No sé, es raro eso.

  • Siempre habla de ti.

  • ¿en serio?

  • Sí.

  • Bueno, no lo sé, aparte no soy posesión de nadie.

  • Si tampoco es para ponerse así.

  • ¿así como?

  • Cuatica…

  • Xavier ¿Qué le pasa a tu amigo, me esta interrogando?

Yo estaba expectante, perplejo, ido, todo junto, dentro y fuera de la situación, como que me quería hacer el loco, pero no podía, quería irme, y quedarme a saber más de lo que estaba sucediendo, y la pregunta de Pascuala, de verdad me sacó de ese pseudo trance, y me amarro a no irme, y a tener que contestar, estaba no entre la espada y la pared, sino entre dos espadas.

  • No sé que onda Pascualina, ¿Qué onda Peter?

  • Nada, solo quiero saber.

  • ¿Qué quieres saber?

  • Creo que ya lo dije.

  • ¿Qué onda Peter?

  • ¿Qué onda con qué?

  • Estas muy en mala.

  • No, para nada, pero igual, mira Pascuala no es de mala onda, pero el Mauri y el Xavi son mis amigos, y no quiero que este weón se, mande un cagazo.

  • Vale perro, pero hay formas y formas de decir las cosas.

En ella ardía Troya, y el fuego de sus ojos no se hacia disimular. Y yo sin saber que pensar, y mucho menos que decir.

Sabes qué Peter, no tienes por qué meterte en mi vida, yo veo a quien le digo y a quien no le digo lo que hago y de lo que siento, muy honorables serán tus intenciones, pero si quieres decirme algo, que sea en privado, ¿esta bien?

  • Está bien Pascuala, no era mi intención molestarte, pero en serio yo a estos dos los quiero demasiado, y no quiero que se terminen peleados por una mina, no tomes a mal por lo de mina, pero es verdad.

  • Dale, oye, ¿Por qué no sirves las cervezas?

  • Obvio, para amenizar este encuentro que se puso un poco tenso.

  • Estaba tenso, y no te ves mala persona.

  • Gracias.

Yo seguía como un simple espectador, fuera y dentro de una obra que no pagué por ver, y que ni siquiera me invitaron, y como en toda obra, después del clímax, viene la resolución, y la vuelven a los estados iniciales, y que esos dos hayan terminado la obra en paz, y celebrando quizás que cosa, me dejaba aun más perplejo.

Era extraño que después de esa pelea, ellos realmente se llevaran bien, cosa que me agradaba bastante. Pero surgió una necesidad de poder hablar a solas con Pascuala, y no se como decirle a Peter que nos deje solos, y solo me queda la espera de que surja algo para que él se vaya.

  • Chicos, el deber me llama, llegaron clientes, beban otra cerveza, porque yo se las brindo.

  • Vale perrin.

  • No hay de que.

Y se fue a cumplir con su deber, y era la oportunidad que estaba buscando, pero mi personalidad de hacerle el quite a las cosas difíciles, me hacia mas ardua la tarea de preguntarle, lo que le tenia que preguntar, me costaba, y como el pseudo poeta que resulto ser en esos momentos, hablamos largo rato queriendo insinuar con indirectas y sutilezas lo que quería hablar, pero ella no atinaba, no engancha con lo que decía, aunque realmente creo que ella no quiso entender, y que se hizo la tonta todo el tiempo, en una manera de estar jugando conmigo, a ella le agradaba eso, y a mi me complicaba demasiado. Hasta que no lo pude evitar más, y le pregunte sin rodeos.

  • Oye Pascuala.

  • Dime Xavi.

  • ¿Qué onda con Mauricio?

  • ¿Por qué la pregunta?

La miro con cara de incredulidad, y de molestia, diciendo “me estas tomando el pelo, ¿o simplemente me estas webiando?”

  • ¿Por lo que discutimos con Peter?

  • Obvio, ¿Por qué más va a ser?

  • Tienes razón, pero ¿tenemos que hablar ahora de eso?

  • No sé, demás, o sea estamos aquí, con una cerveza y nada más que hacer.

  • ¿Qué quieres saber?

  • ¿Qué onda con él?

  • O sea me gusta, hemos estado juntos, pero nada nos ata, solo pasamos el rato.

  • ¿Y conmigo?

  • Lo mismo, creo.

  • ¿y que siente él por ti?

  • No lo sé

  • Por lo que decía Peter el como que siente algo más.

  • Puede ser…

  • ¿No piensas en eso?

  • No es que no lo piense… “solo que hoy no me interesa”

  • ¿Pero…?

  • Pero nada, ¿acaso no te gustó lo que hicimos?

  • Obvio que me gustó, pero no creo que lo hubiera hecho sabiendo que tenías onda con el mauro.

  • No te hagas el loco Xavi, sabes y sé muy bien que igual lo hubieras hecho, o sea, tu comportamiento en este ultimo tiempo, tu despreocupación por el resto, por la vida, el solo pensar en ti, y en tu destino, en tu placer, tu vagancia por el mundo e indiferencia, lo único que gritas al mundo es que solo Tú eres el centro del universo.

Me veo envuelto en un mar de verdades, divago en lo que me esta diciendo, me enfrento a mi mismo, sus palabras llenas de verdad en mi hacen creer que todo mi hermetismo es una burbuja filtrada que revela lo que soy en realidad, la figura, la imagen de mi, el imaginario que creé se derrumba con cada palabra que ella dice. Mala persona es lo único que escucho de ella, es la única frase que sale de su boca. Recalca el error en mí, me lo refriega en la cara, y me siento desarmado como para contrarrestar lo que me dice, pero invalidó ante tanta verdad asumida, tanta verdad oculta para el mundo, que ella desenreda para desnudarme y dejarme tal cual soy, herido y avergonzado. Pero a Ella no le importa lo que soy, o más bien lo que creo que soy, ella me acepta tal cual, sin esa red de mentiras impuestas para ser aceptado, ella me acepta tal cual, con la armadura, con esa faceta un poco hipócrita, pero que fue impuesta sin maldad, que solo fue para que el mundo me aceptara. Y eso me revienta…

  • Ese fue un duro golpe Pascuala, no sé, ¿sabes? No creo que lo hubiera hecho, no soy tan conchesumadre para mis cosas, no soy como tu crees que soy. Me daña, me hace sentir pésimo que pienses eso, y además me extraña que pienses así. Y aparte te da lo mismo, aquí la que ha estado cambiando eres tú, yo quizás he variado, he estado ajeno del mundo, ¿pero quien no lo estaría si viviera lo que yo viví? No a pasado tanto tiempo, ¿quieres que sea el mismo? Eso es una locura, una estupidez, y no vengas a enjuiciarme, no vengas a analizarme, por favor no lo hagas…

Mi cabeza navega en ideas delirantes, desordenadas, ella toco un punto sensible, a develado parte de mi alma y me deja vulnerable, me siento fatal…

  • Lindo discurso, en serio muy lindo, pero no vengas con esas cosas conmigo que no te creo, sé lo que realmente te pasa, quizás te conozco mas que cualquier persona, quizás tanto como tú mismo.

  • ¿quieres que te diga lo que me pasa?

  • No estaría mal, hay una cerveza en la mesa.

  • Demás, pero no quiero hablar de mí.

  • Entonces de qué

  • De nosotros podría ser.

  • ¿en que sentido?

  • ¿Qué sentidos existen?

  • En sentido de amigos, o de algo más…

  • Pero esta el Mauro entre nosotros.

  • Pero soy soltera.

  • Yo también, pero él es mi amigo.

  • Estás puro dando la lata.

  • Disculpa por ser así.

  • Si está bien, pero tú te lo pierdes…

  • ¿Qué me pierdo?

  • Ja…

  • Dime.

  • ¿no quieres averiguarlo mejor?

  • Mmm...

  • Verdad tus principios.

  • ¿quieres ir a otro lado?

  • ¿Dónde me quieres llevar?

  • Sorpresa.

  • Vamos entonces.

  • Termines aquí eso si.

  • Ok

  • ¿tienes fuego?

  • Si…

Terminamos la cerveza, ella encendió un cigarrillo, yo otro. Salí y fui donde se encontraba Peter, diciéndole que iba y volvía, y que después le pagaba lo consumido.

Cuando salimos de la Gruta eran como las 1 de la tarde, ella me toma de la mano, yo solo la sigo, caminamos por largo rato, caminamos por el parque Juan XXIII, comenzaba a garuar, nos besamos a ratos, me siento bien, y me dejo llevar…

Durante el paseo la mente no dejá de trabajar, y una necesidad de no estar en ese lugar me agobia, no quiero estar ahí y no quiero estar con ella. No la necesito, no necesito nada de ella, realmente es inútil seguir con esta farsa, es solo un placebo para mi alma maltrecha y confundida, que divaga entre el cariño, sentimientos genuinos, y la mundanidad del placer. Siento un vacío interno que me hacen sentir los deseos irremediables de llorar, pero me contengo, soy fuerte, no flaqueo, no puedo flaquear, me siento perdido, erróneo, patético. Puedo ver que ese no es el camino que tengo que seguir, que si sigo con este idilio lo único que encontraré, que al único lugar que llegare será una real perdición, a pesar de que ella no espera nada de mi, yo no puedo seguir, aunque lo de nosotros tal vez es un acompañamiento en una temprana soledad, no puedo seguir fingiendo así. La imagen de la puerta del infierno se hace visible, casi palpable, y creo intuir que ese es mi destino, que esto, todo esto, terminara ahí, en una interminable amargura, eterna nostalgia, perpetua desesperación, una puta broma de mal gusto.

  • Pascuala lo siento, esto no es lo que quiero, lo siento me tengo que ir…

  • ¿Qué?

  • Me tengo que ir, esto no me hace bien, y creo que a la larga será malo para los dos.

Mi templaza se destruye, lagrimas caen de mis ojos, y oculto mi rostro, no puedo dejar que ella me vea así.

  • ¿Qué pasa Xavi?

  • Nada, lo siento, me voy.